
En el entierro de un montañista su viuda llora desconsolada su muerte cuando, en medio de toda la multitud se le acerca un hombre muy apenado.
Me llama Paco, le presento mis condolencias señora.
Conocía a mi marido?
Claro, éramos compañeros de expedición. De hecho sus últimas palabras fueron para mi.
No me diga, y qué fue lo qué dijo?
Paco! no sueltes esa cuerdaaaa!!